Nuestras empresas han necesitado encontrar nuevos modelos de gestión y de trabajo, nuevos modelos de mejora que beneficien y fidelicen el principal activo con el que cuentan; las personas que trabajan en ellas. Han tenido que hacer frente a numerosos cambios, tanto legislativos, como de operación y principios. Así, de entre los muchos cambios que han venido para quedarse, hay uno que, si bien no nuevo, ha venido a dar una vuelta de tuerca y a reafianzar un hecho y realidad indiscutible: el de la mejora de la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral, el de la inclusión en igualdad de condiciones y trato de mujeres y hombres.
Largo ha sido el camino que ha llevado la igualdad en nuestro País, desde los lejanos 2007, con la Ley 3/2007 de Igualdad de Oportunidades hasta los recientes Reales Decretos 901/2020 de 13 de octubre por el que se regulan los planes de igualdad y su registro y se modifica el Real Decreto 713/2010, de 28 de mayo, sobre registro y depósito de convenios y acuerdos colectivos de trabajo y el Real Decreto 902/2020, de 13 de octubre, de igualdad retributiva entre mujeres y hombres.